Monday, December 05, 2005

Huele a Navidad!

¿Cuántas veces no hemos pronunciado o escuchado a otros esa frase?
En Diciembre el sol se siente más brillante, más claro, el aire más limpio... Es que los días decembrinos tienen un no se qué, que hasta huelen diferente.
¡Qué variedad de olores se mezclan en el ambiente! Lo primero que comienza a penetrar nuestro olfato es el olor de la pintura. Todo el mundo, sea de la condición que sea, espera los últimos días del año para pintar la casa, ponerla bonita...
Recuerdo otros olores de cuando era niña: el de los estrenos, esa ropa que nos pondríamos el día 24 y el 31, era toda una fiesta ir de compras con mi mamá y mis hermanos, caminábamos por todo el centro de Caracas y casi siempre terminábamos comprando en una tienda llamada Korda Modas, que creo todavía existe.
El olor de los traquitraquis, las luces de bengala y los salta pericos, que mi papá no nos dejaba usar, pero cuyo olor a pólvora se sentía por todas partes.
Y el mejor de todos los olores: ¡El de los juguetes que traía el Niño Jesús! Qué placer romper todo ese papel de regalo y abrir las cajas para encontrar muchas veces... el regalo que no estábamos esperando, pero era igual un juguete...
Y por supuesto, un olor infaltable... el de las hallacas. Hoy de adulta es el que más me emociona y una de las razones por las cuales espero impaciente los días de navidad. ¡Me encanta hacer hallacas!.
Para mi es un placer y una tradición levantarme muy temprano e ir al mercado con mis padres y alguna de mis hermanas a comprar todos los ingredientes fresquecitos. Es un deleite a los sentidos ver toda esa variedad de colores: el rojo de los pimentones, las cebollas blanquitas, en contraste con el verde intenso del cilantro y sentir el penetrante olor de las hojas de plátano, mezclado con el de las alcaparras y aceitunas, uhhmmm!!!
Después en casa, el olor del guiso se cuela por todos los rincones y poco a poco la gente de la casa se va acercando a la mesa, los más para tomarse un ponche crema, comerse una aceituna o unas pasitas, y los menos para ayudar de verdad, aunque sea amarrando una hallaca para luego decir: ¡qué ricas nos quedaron!
Al final del día, mi mamá y yo somos las únicas que quedamos para terminar todo, agotadas pero contentas.
Luego mi papá, que es quien tiene el paladar más exigente de la casa da el verdicto final, que aunque sea la mejor hallaca del mundo siempre será el mismo: Está muy buena, pero...

Aye

1 Comments:

Blogger Dímelo said...

Cuando yo era chama en mi casa compraban pinos naturales, era la época del dólar a 4,30 así que podíamos darnos ese lujo. Por eso el olor a pino, aunque parezca evidente, es uno de los que más recuerdos navideños me trae...además de todos los que tú mencionaste. Creo que este Diciembre se caracterizará por el olor a lluvia, será que dejará de llover algún día?

1:18 PM  

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